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viernes, 10 de mayo de 2019

Pequeño Folleto a mi madre



Pequeño Folleto a mi madre

Alejandro Carías













2010



     





Dedicado entera y completamente
a mi madre,
la persona que me ha dado
más que toda la vida,
porque me dio la vida.











i
Pequeños versos,
como los momentos,
que hiciste grandes.










La Habana, aun en los primeros días de Mayo, cerca del día de las madres.




Vieja, mamá, amiga:



Hoy termine de leer un librito del Che, no sé por qué extraña razón siempre que leo de ese gran colega médico y revolucionario, pienso en nuestra relación, pienso que se asemeja bastante con la que tuvo él con su madre; muy azarosa para estar juntos.

Estamos a las puertas de un nuevo día de las madres, y como siempre no tengo nada que regalarte, más que mis pequeños y modestos esfuerzos que por ahora solo me dan glorias personales que comparto fervientemente con vos. Como siempre o casi siempre estamos de nuevo separados por la distancia física de nuestros cuerpos, pero estamos cada vez más juntos en nuestros espíritus, en nuestras almas, en nuestros ideales que un mundo mejor y más justo es posible, incluso en los lugares donde se vanaglorian que ya lo son. 

Aun recuerdo el magnífico día que la pasamos junto a vos, pareció mágico, amanecimos juntos, desayunamos como desde ya varias décadas no lo hacemos, hablamos de los problemas cotidianos, fuimos a la palaya a hablar con el mar y oír sus consejos de cómo querernos más; pasamos viendo un concierto de Silvio, el poeta de la trova; ¡qué día!, aunque lo malo fue verte ir en aquel taxi de regreso a casa por la mañana siguiente, no seguiré porque aun lloro por eso. La pase de ensueños.

En estas horas me pregunto si tanto sacrifico sin vos vale la pena, o sería mejor no hacerlo y estar con vos; busco la respuesta, solo el tiempo la dará, no la quiero por ahora. Miro adelante y veo que aún faltan algunos años más, solo espero que la providencia nos dé oportunidad de compartir los venideros años juntos, y que nuestras descendencias no pasen por esta situación, o por lo menos prepararlos para que la encaren mejor.

Estas palabras te las escribo en un momento de soledad, y en el cual me tome un tiempo de distracción entre tanto y tan fuerte trabajo, pero que aun no llega a ser tanto como el tuyo. Para ser sincero con vos, me gusta más así, casi no me queda tiempo para dormir y pensar tonteras, además me ayuda en el ejercicio mental de, como si fuéramos frutas, madurar. Hoy como siempre me siento orgulloso de vos, y para demostrártelo cada día trato de hacer mi mayor y mejor esfuerzo, aunque ciertamente algunas veces el cuerpo desfallece y me pide descanso, pero yo lo fustigo con tu imagen y tus acciones, para que únicamente de más.

Con mi hermano, nos va mejor que nunca, aunque haciéndole un análisis a fondo, podemos estar mejor todavía; lo siento más cambiado, a mejor claro; sinceramente me siento bien orgulloso de él. Por lo demás seguimos otro día.

Me saludas al viejo, y que disculpe que no le envié una nota ni felicidades el día del padre, pero es que siempre se me olvida la fecha, no porque sea menos importante para mí, sino porque es distinta a la de acá, creo que no se me va a volver a olvidar hasta que yo lo sea. No te prometo saludar a nadie de tus amigas acá por el día de las madres, porque por ahora, para mí la única que tiene esa exclusiva sos vos.

Yo ese día estaré trabajando por el día, así que por lo menos no me pondré tan nostálgico, te lo prometo, y prométeme que vos tampoco; que vas a ir a comer a un buen restaurante, te vas a comprar un pastelito y te vas a cantar felicidades con nuestra voces de niño que ya dejamos de ser, pero para vos siempre lo seremos, y que vas a estar feliz todo el día por el privilegio que nos das de ser nuestra madre. No te escribo más porque las palabras no son más que eso, palabras, no son ni sentimientos ni gestos, así que por ahora son innecesarias y sobran. SALUDOS REVOLUCIONARIOS, ¡A VENCER O MORIR! ¡FELIZ DÍA DE LAS MADRES!

Tu hijo.










ii
Y ese que ya nació,
que pudo ser y murió,
ahora llora de feliz,
porque yo fui infeliz.

De otro será, quizás;
y mío el recuerdo,
de otro será, pensas;
borrando mi encuentro.

Así me dijo ayer,
el poeta al beber,
sus lágrimas de dolor;

al tratar de olvidar
lo que no supo cuidar
teniéndola que olvidar.





iii
Me quisiste pedir perdón
por no poder estar conmigo,
me pediste perdón por
querer estar con ella.

Pero el perdón sobra,
donde sobra el amor;
puede ser un día más sin vos,
puede ser nuestro ultimo día juntos.

Pero aunque
no estés mañana conmigo,
madre;
igual celebraré tu día,
o tal vez más,
porque desde que me regalaste
lo más preciado que es la vida;
desde entonces,
 yo te perdoné todo.



iv
Lavabas tus últimas prendas
con tus lágrimas,
vestida con tus mejores atuendos.

Todo aquello me parecía misterioso,
y el viejo, como siempre, callaba;
desde temprano mi alma lloraba.

Ya casi no recuerdo
muchas cosas
de aquel día,
recuerdo el sol cayendo
por la ventana de mi cuarto,
alumbrando las lágrimas
de mi hermano,
y el inmenso vacío
en mi alma, 
cuando de vuelta en casa,
ya no estabas.


v
Del recuerdo
de aquellos años duros,
donde las almas de inocentes
fueron liberadas
para cantar
con llantos de sangre
sobre los hambriento lobos serviles,
de los asesinos,
que desde el norte los entrenaban.

De ese recuerdo,
ni el perdón,
que nunca llegó a existir,
queda.

Ni las coordenadas
de los huesos
que antaño fueron
de un vecino o amigo,
de un hermano o hijo,
de una madre o padre.

Y la palabra muerte
hoy se confunde con
Revolución,
hoy nos recuerda
el desaparecido recuerdo
de los desaparecidos
de cuyos nombres
pocos se acuerdan.


vi
¿En algún momento
pensaste en la eternidad?,
¿nos conocíamos de antes?,
¿fuiste Julieta
y yo Romeo?,

Y del dolor y el amor,
¿qué me podes decir?,

Sabré tu nombre alguna vez,
o siempre te tendré
que llamar amor,
o decirte mamá.

Muchas cosas no las sé,
muchas otras me las enseñaste,
de muchas me he olvidado,
y estoy seguro que me olvidaré.

Pero de todo lo eterno
tu recuerdo estará siempre en mi,
y tu ejemplo se verá en todas
las mujeres que como tú
también quieran ser  madres,
aunque de ellas no salga ningún fruto.


vii
Cuantas palabras he cayado,
y durante ese tiempo
muchas cosas han hablado,
de muchos colores
el campo se ha llenado.

Y todos esos cantos
que hoy resuenan,
en la llanura de la vida,
la boca de muchas rosas
los entonan a coro.

Por ahora no quiero pensar,
en las florecillas,
que mis jarrones adornaron,
prefiero escribirle
a la rosa que me dio la vida.


viii
La felicidad
podría estar
en la trivialidad
de sentirme alegre
por haber conocido
a mi madre
o sentirme triste
por ver que yo
si la conocí,
pero miles,
millones de niños
no saben
ni el significado
de la palabra mamá.


ix
El aliento de la tierra
cubría los árboles,
dormían los pájaros;
las gotitas del sereno
luchaban con los rayos del sol,
por llegar a rosar la montaña.

Moría la noche,
como en las luchas
medievales; caían,
una a una
las horas.

Cada paso
en la tierra húmeda,
dejaba las huellas,
marcaba el camino,
y de aquel camino;
solo el recuerdo queda,
nunca más volveré
a pasar por él.

Nunca más volveré
a ver ese amanecer
como lo vi aquel día,
pero cada día
que me levanto
y veo el sol naciendo,
entre las montañas,
siento cada minuto
que duró aquel instante.


x
En un concierto,
solo tu voz;
en una obra,
solo tus gestos;
en la galería,
solo tu rostro;
y en la función
de mi vida
solo tu arte.


xi
Hoy como siempre,
en esta fecha
me cantaste;
mi corazón
y mi silencio
seguían cada palabra
de tu canción.

Mis lágrimas
en coro rodaban
mejilla abajo,
mis brazos extrañaban
tu cálido regazo que hace
veinticinco segundos,
de una vida
de veinticinco años,
seguían sintiendo
como ayer.

Y ese simple detalle,
con el amor más puro;
y unas palabras del viejo,
alumbraron y alegraron
una fecha como hoy.


xii
Hoy volví a sentarme junto  a vos,
tu risa infantil volvió a alegrarme,
te invité al mismo café de siempre,
el mismo que ya no tomo.

Teníamos tiempo sin hablar,
creo que fue mi culpa,
pero con el descanso merecido,
que hoy prodigue dedicarle
a mi cansado espíritu laborioso;
hablaremos un rato.

Invité a una vieja amiga además,
fue la primera en llegar,
y aunque prefiere e insiste
que le llamemos Soledad,
creo que seguiremos
diciéndole amiga.

Parte de la invitación
ha sido para recordar
a nuestro querido Mario,
tal y como lo conocimos por sus libros,
vivo, alegre, entonando
el compromiso de libertad
del gran país América, 
de nuestra gran raza caníbal,
la Humana. 

Quería hablarles de las desgracias
que tiene la sociedad que sueña
con ser la utopía perfecta,
y, queriendo lograrlo,
no llega más que al punto de inicio,
la gran y vieja caverna.

Lo feliz que estoy que en mi selva,
por primera vez después de Morazán,
aquel grande del que solo
se quieren acordar en su natalicio;
un traidor del imperio
nos ha regalado el desarrollo social,
aunque los voraces de la información,
lo quieran destruir porque amenaza
con romper
su hermafrodita puño de poder.

Y acepto volvernos a ver,
lucharé por hacerlo,
solo tengo que evitar
algunas labores estériles
y poco productivas,
que se mantienen en pie
por pobre cosmetología barata.

Me gusta el tema que propones
como susurro al oído de mi mente,
hablaremos entonces de eso,
y no olvidaremos pasarle
una pequeña revista a nuestro
gran entorno anárquico.



xiii
Te esperaba a la cita,
como hace unos meses,
con lo del golpe;
como hace unos años,
por el mismo motivo de hoy.

Te tenía el té preparado
desde temprano,
te debía las rosquillas
que me pediste la última vez.

Me gusto verte de nuevo;
cambiar nuestras mentes,
tocarnos el corazón
e inspirarnos esperanza
en un día tan bello como hoy.


xiv
(Navidades)

Ese día amaneció
un poco más frío
que de costumbre.

Era navidad,
estaba opaco,
y tal vez llovió
en algún momento.

Pensaba en vos,
cuando me llamaste
estaba trabajando,
veía los niños corriendo
en el pasillo,
y me transportaba
en el tiempo.

Me imaginaba
a tus nietos
corriendo por la casa,
y vos, y yo;
sentados, viéndolos,
disfrutando de ellos;
como casi nunca
pudimos disfrutar nosotros
esos momentos;

Luego de eso
dos lágrimas,
una de cada ojo,
nublaron mi vista,
no lloré;
porque pensé en vos.

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